
Para que las uvas puedan ser consumidas frescas, estas deben tener poca acidez y ser bajas en azúcares, así como también cumplir ciertas normas en cuanto a tamaño, color y forma.
Su alto valor nutricional combinado con su poder limpiador y regenerador la convierten en un alimento ideal.
A través de los años, se le ha cultivado por su valor nutritivo, sus propiedades curativas y, sobre todo, para la elaboración de vinos y jugos. Puede consumirse en fresco directamente de sus racimos.