
La temperatura ambiental es uno de los factores clave que influyen en la plantación de las uvas.
A pesar de que presenta una alta resistencia a las heladas, para promover su óptimo crecimiento el rango de temperaturas óptimas debe oscilar entre los 15°C y 30°C. Durante el periodo vegetativo, la vid debe sufrir una acumulación de calor diario suficiente con el fin de madurar correctamente sus racimos.